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OBS.- En el caserío de Ostoakaitz acostumbraban a rezar el rosario todas las noches. mas este h´baito no era del agrado de todos, puesto que la hora del rezo una solterona de la familia cogía un hacha y una cuerda y se desplazaba al monte a por leña. En una noche salió a por leña, como siempre, y no volvió más. A eso de las doce, las brujas arrojaron a la cocina, a través de la chimenea de la casa, el hacha, la cuerda y las prendas de vestir que pertenecián a la solterona, al tiempo que se oían unos gritos que decían: "Gaube, gaubekoantzako eta egune egunezkoantzako; baiño Ostokaitz-eko katalin guretzako" ('La noche para los de la noche, y el día para los del día; pero Katalin de Ostokaitz para nosotras') (Juan Garmendia. Mitos y leyendas de los vascos, p. 92).
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