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Navascués / Nabaskoze // Pamplona, 9 de marzo de 2010 // La documentación antigua de este topónimo es abundante y los numerosos testimonios disponibles pueden ser clasificados en cuatro grupos diferentes: // A) Formas sin diptongo y con –e final // Nabascosse (s. X, Ubieto, 1962, 32, pág. 94). // Nauascosse (1055, 1098, 1108, Martín Duque, 1983, 49, 168, 221, pp. 85, 242, 304; 1087, Goñi, 1997, 48, pág. 70). // Nauascose (1162, Goñi, 1997, 293, pág. 258). // B) Formas sin diptongo y sin –e final: // Nauascoss (1014, Martín Duque, 1983, 16, pág. 37). // Nauascos (1015, 1080, 1084, 1085, 1091, 1094, 1095, 1097, 1099, 1102, 1104, 1107, 1109, 1115, 1124, 1125, 1126, 1186, Martín Duque, 1983, 17, 18, 107, 113, 114, 135, 146, 148, 149, 157, 158, 172, 174, 191, 193, 196, 203, 204, 216, 227, 228, 255, 257, 287, 291, 292, 293, 350, pp. 39, 42, 167, 169, 197, 210, 213, 216, 226, 227, 247, 249, 270, 273, 277, 284, 286, 299, 311, 312, 345, 349, 378, 384, 385, 386, 456; 1111, Lacarra, 1965, 92, pág. 116; c. 1030, Goñi, 1997, 5, pág. 26; 1185, Fortún, 1982, 28, pág. 321; 1280, Zabalo, 1972, pág. 67; 1293, Ostolatza, 1978, 322, pág. 431). // C) Formas provistas de diptongo con o sin vocal final: // Nauascues (1014, 1066, 1079, 1087, 1098, 1111, 117, Martín Duque, 1983, 15, 76, 106, 124, 164, 240, 263, pp. 34, 118, 158, 181, 237, 328, 354; 1280, Zabalo, 1972, pp. 67 y 137; 1299, 1312, García Larragueta, 1976-77, 104, 152, pág. 543, 622; 1366, Carrasco, 1973: 479-480; 1386, Jimeno, 1973, 28, pág. 279). // Nauascuhes (1268, Felones, 1982: 638). // Nabasquassi (1025, Ubieto, 1962, 41, pág. 121). // Nauascuesse (1057, 1064, Martín Duque, 1983, 52, 74, pp. 89, 116). // D) Casos dudosos: // Nauasquoss (1105-1109, Martín Duque, 1983, 229, pág. 313), Nauascoes (1192, Fortún, 1982, 31, pag. 324). // Los testimonios del grupo a, si dejamos a un lado el carácter de la sibilante de la que nos ocupamos más abajo, se corresponden directamente con la versión del nombre empleada en euskera, con Nabaskoze. Las formas del grupo c, en cambio, están más cerca de Navascués, variante romance del topónimo, y los testimonios recogidos en b pueden ser considerados intermedios entre ambas. Está claro, sin embargo, que el étimo es único y las formas Nabaskoze y Navascués responden a las evoluciones divergentes vasca y romance de aquel, con mantenimiento de la vocal y sibilante predorsal en la primera y con diptongación y sibilante apicoalveolar en la segunda (cf. Galoze / Gallués). // Como veremos más abajo, la mayoría de los autores que se han ocupado de la etimología del topónimo lo relacionan con un sufijo aquitano –ŏssu (Rohlfs; -osse en opinión de Coromines) que sería fruto, según Mitxelena (1954: 421-422), de la latinización de un indígena –ox, es decir, estaría compuesto de la vocal o más una sibilante africada, probablemente [c] (). De ser cierta esta hipótesis [1. oharra: Villar (en Villar & Prósper, 2005: 495) en cambio cree que «el sufijo –os(s)- no tiene una explicación lingüística dentro de lo que sabemos del euskera y el paleoeuskera».sibilante (vide infra), Navascués no sería sino la variante romance del originario Nabaskoz(e)], y dejando a un lado la cuestión de la sibilante (vide infra), Navascués no sería sino la variante romance del originario Nabaskoz(e). // Nabaskoze, forma eusquérica del topónimo, está viva en la actualidad y cuenta con un buen número de testimonios orales, recogidos en los valles pirenaicos cercanos, en Salazar sobre todo, pero también en Roncal. Por ejemplo, Mariano Mendigatxa, natural y vecino de la localidad de Vidángoz / Bidankoze emplea en euskera Nabaskoze en carta dirigida al que fuera presidente de la Real Academia de la Lengua Vasca Resurrección María Azkue (Irigoien, 1957: 152): «Kemendik fandrá Nabaskozeko merkatiura iror emazte arraultze saltra», es decir, «de aquí han ido al mercado de Navascués tres mujeres a vender huevos» [2. oharra: La negrita es nuestra]. Igualmente recogen la forma mencionada Etxaide (1961: 221), Mitxelena (1977: 134, Nabaskóze), Euskaltzaindia (1990: 172) y Artola (2004: 41, 2007: 425), entre otros. // En lo que atañe a la etimología del nombre, Menéndez Pidal (1918: 232-233) piensa que en la variante romance Navascués ha habido diptongación, como en Gallués y Sagüés, ya que las variantes vascas de estos topónimos están todavía vivas en la actualidad (Gallotze, Navascotze, Sagotze en datos de A. Campión [3. oharra: No sabemos de dónde sacó Campión dichos testimonios, pero las variantes eusquéricas fidedignas de los topónimos mencionados son Galoze por un lado y Sagues [śagwéś] por el otro, además del mencionado Nabaskoze del que nos ocupamos aquí«el sufijo vasco –otze y el medieval –osse, -sse [...] agrupan con frecuencia nombres con desinencias originarias distintas»]), y añade que la final –e de la forma vasca es un dialectalismo o arcaismo y que también existía antiguamente en Aragón. El final puede ser, según el mencionado autor, el adjetivo otz (escrito en la actualidad hotz en euskera estándar) presente en Araoz o Iturriotz, o un sufijo ibérico (léase vasco). // Caro Baroja (1945: 110-113) cree, en contra de las explicaciones que se habían dado con anterioridad, que el final –oz, -otze no tiene nada que ver ni con la idea de frío (hotz) ni con la de abundancia, sino que está relacionado con el sufijo patronímico de Obecoz, Bellacoz o Izanoz, procedente del sufijo latino –icus, del que ha salido también el final –iz de Arróniz, Gasteiz, Lemóniz, etc. En un artículo posterior (1981: 14), sin embargo, señala que «el sufijo vasco –otze y el medieval –osse, -sse [...] agrupan con frecuencia nombres con desinencias originarias distintas». // Séguy (1951: 221), al estudiar el sufijo gascón –os (-ués en Aragón y zona oriental de Navarra), incluye Navascués entre los topónimos de origen aquitano-pirenaico, pero no aclara por qué. Considera que el mencionado sufijo tiene el mismo valor que –acu y –anu en los topónimos más recientes, pero no se aventura a emitir una opinión respecto a los de capas más antiguas. // Rohlfs (1952: 224-225) piensa que es más difícil establecer la relación existente entre –ós (-ués) por un lado y –oz, -otz, -otze de la zona de habla vasca por otro que explicar la que hay entre –ós, -ués y –ost, -ueste. No obstante, cree el lingüista germano que en los pares Alós / Alotze, Bardós / Bardotze, Beguiós / Behautze, Bidós / Bidotze, Gallués / Gallotze, Navascués / Nabaskotze (sic), Nardués / Nardotze, Sagüés / Sagotze tenemos el mismo sufijo («cela nous permet donc d’admettre que –otze puisse remonter à une forme antérieure –ós»; ibíd., 225) procedente en última instancia de –ŏssu, de origen aquitano y presente en varios antropónimos y teónimos atestiguados en esta región. El sufijo posee en opinión de Rohlfs el mismo valor que –anum, -acum, -ate y –ascu (ibíd., 219), es decir, indica que el lugar designado era en origen propiedad de la persona portadora del antropónimo que constituye la base del topónimo. // Señala el onomasta y dialectólogo alemán (ibíd., 228, 244) que Navascués («en basque Navaskotze, Nauasquassi a. 1025») trae a la memoria el Navasco del Piamonte, un derivado del nombre Navus o Navos encontrado en inscripciones de Galia e Hispania. Cree que el sufijo es –ascu en el caso de la localidad navarra, el mismo que tenemos en Arascués, cuya base, tal vez, sea Aros, documentado en Italia. Hubschmid (1960: 463) se muestra de acuerdo con la opinión de Rohlfs. // Coromines (1961: 115-117) al estudiar Lavascort, nombre de una pequeña localidad de la Cerdanya pirenaica, indica que en un documento de 1182 se documenta como Navasquart y en otro anterior de 891 como Navascot, «où l’on doit d’ailleurs suppléer un r devant le t»; es de suponer, por lo tanto, que la forma básica fuera Navascort, que recuerda el topónimo navarro Navascués / Nabaskoze con el que estaría en la misma relación que Arascués de Huesca con Lasquarri de Ribagorza, dado que este último se documenta desde 1044 hasta mediados del s. XIII como Alascor(re) o Alasquar. Concluye que la lateral inicial (L-) es moderna, ya que de otro modo, si fuera antigua, sería Ll-, como en el nombre del cercano Llaguarres. // La dental sorda de Navascort no le parece antigua, sino «le résultat d’une superfétation illogique, comme il arrive aujourd’hui aux catalans très nombreux qui prononcent mart ou purt pour mar, pur». Se podría pensar igualmente, según Coromines, que es fruto de la distinción de rr en rd. Por otro lado, si el final –corr es el vasco –gorri como quería Menéndez Pidal, la base podría ser naba «bas-fond au milieu de montagnes» que se ha propuesto para Navascués, pero visto el topónimo Nabarqüe le parece más adecuado el vasco nabar «tacheté, bigarré», «gris foncé» y se pregunta si Navarcorr no es una variante disimilada de nabargorri «rouge grisâtre», «rouge obscur». En un trabajo anterior (1955: 403) rechaza Coromines que naba sea la variante celta *nava de naus «nave» como quería Hubschmid, y considera que ha salido de una lengua anterior al celta, seguramente del ligur, vistos los topónimos Navel y Navascués, dotados de sufijos «típicament ligurs». // Mitxelena (1991: 32), tras los pasos de Séguy y Rohlfs, señala que, como demuestra el par Navascués / Nabaskoze, «nuestro –otz, -oze elegido para [nombres de] localidades es pariente claro del romance –ués, -òs» e, igualmente, que ese final es más antiguo que –ain, ya que las bases antroponímicas que acompañan a este último son a menudo bien conocidas. Como dice este autor en un trabajo anterior (1968: 481-482), en euskera tenemos con frecuencia una sibilante predorsal cuando en romance hay una alveolar (por ejemplo en Galluès / Galoze, localidad de Salazar). // Visto lo visto, queda claro que a la hora de estudiar la etimología de Nabaskoze / Navascués hay dos puntos claves en los que centrarse: la base primero y el sufijo después. En cuanto a la base, los candidatos que han salido a la palestra son el antropónimo Nabasco, derivado de Navus o Navos documentado en inscripciones de Galia e Hispania, el en un tiempo apelativo naba y el adjetivo nabar, que supondría, claro está, que se había elidido un nombre del tipo de lur «tierra», «terreno», como en Gorza, derivado probablemente de *gor, base de gogor «duro» (Salaberri, 1997: 22). En lo concerniente al antropónimo, parece que el sufijo –asco no es conocido en la zona, y habrá que concluir que la hipótesis no tiene gran verosimilitud. // Más probable es, a nuestro parecer, que en la base esté el sustantivo naba «llanura rodeada de montes», presente, por ejemplo, en el topónimos mayor Nabatz y quizás también en el microtopónimo Nabazkine de Ezcároz más, probablemente, el sufijo diminutivo e hipocorístico –sko, -xko bien documentado en nombres personales (vide Salaberri, 2009: 182-185) y vivo todavía en la actualidad (cf. idisko, ongixko...), es decir, en la base tendríamos *nabasko o *nabaxko, que no va mal con el entorno geográfico de la localidad. No obstante, podría tratarse también de un hipocorístico *Nabasko procedente de Nabar nombre personal bien documentado, más el mencionado sufijo, de donde *Nabarsko > *Nabasko, aunque lo que encontramos en la documentación es Nabarko, nombre femenino (ibíd., 153; también había, con un sufijo diferente y entre otros, Nabarto, ibíd., 203. Debe recordarse, en este punto, que en Roncal existía la localidad de Nabarzato, término ahora). // En nuestra opinión, es cuestión importante saber si la terminación que se documenta tempranamente como -osse, la que aparentemente tenemos en la base de Navascués / Nabaskoze y –otz, presente en Imotz e Iraizotz por ejemplo, son del mismo origen como se ha supuesto o no. Es cierto que -osse alterna con -os en la documentación antigua (en el caso de Navascués / Nabaskoze la variante más antigua es, como se puede ver al inicio de este trabajo, Nabascosse, pero la diferencia temporal entre las variantes es pequeña y el final en –os es con claridad el más frecuente), e, igualmente, que la –e final se puede explicar por paragoge, tal como se hace en el caso de Beskoitze, es decir, como consecuencia de su uso en casos locativos principalmente, pero parece que la –e de la localidad labortana no es antigua y otro tanto se puede afirmar de Azkaine, Biarritze, Parise, etc. Por otro lado, sabemos que la caída de la vocal final se extendió en una época en romance (cf. Erronkari / Roncal, de un anterior Arroncali, *Erroncali, o Berari, nombre vasco de Ansó según Oihenart, frente a Veral, nombre del río que pasa por aquel, o Narbarte en Bertizarana, documentado a menu-do todavía en el siglo XVI como Narbart), y la forma antigua pudo ser, por lo tanto, la acabada en -osse. Mitxelena (1977: 134) al examinar las vocales finales en topónimos señala que el carácter de la sibilante anterior puede ser decisivo a la hora de conocer la antigüedad de la vocal y que en Salazar, Roncal y Soule hay una fricativa (Bidankóze, Uztarróze, Nabaskóze en Roncal, Ezkaroze, Galoze, Izize en Salazar, Bildoze, Hauze, Idauze, Sokueze, Ziboze en Soule) que es africada en Arhangoitze y Uztaritze, en la Baja Navarra y Labort. Parece pues que en opinión del lingüista guipuzcoano la –e de Nabaskoze sería antigua, lo mismo que la de Ezcároz / Ezkaroze y Uztarroz / Uztarroze. Sin embargo, y vista la documentación, parece que la vocal final de Uztarroze es moderna, y la de Ezkaroze dudosa, si bien se documenta bastante pronto (1034, 1046 y 1072, Euskaltzaindia, 1990: 124-125). Está claro, no obstante, que el equivalente vasco de –ŏsse no sería –otze como quería Coromines (1973: 202), sino –oz(e), en la zona oriental de Navarra al menos. // Por otro lado, en cuanto al final del topónimo, podríamos pensar que no es, al contrario de lo que se ha supuesto, de origen pirenaico, sino un derivado del genitivo latino similar al que tenemos en Agoitz, Armendaritz o Beraskoitz que indica propiedad, en el caso de estos topónimos «la propiedad de Aio», «la propiedad de Armentari» y «la propiedad de Berasko», el mismo que tenemos en Ilurdotz, en principio «la propiedad de Ilurde (o Ilurdo)» (vide Salaberri, 2003: 87). En este caso habría que considerar que la –e final, en el caso de Nabaskoze, es adventicia, aunque antigua, relacionable quizás con el «dialectalismo o arcaísmo» que señala Menéndez Pidal en el trabjo de 1918 (vide supra) y que existía según el mismo autor antiguamente también en Aragón. // Deberíamos pensar, igualmente, que hubo una neutralización en final de nombre a favor de las fricativas, tal vez por influjo de los casos de declinación que empezaban por consonante, es decir, *Nabaskotz, pero Nabaskoztik, Nabaskozko y por el del gentilicio nabaskoztar, pero otros casos no favorecerían la supuesta neutralización (*Nabaskotza, *Nabaskotzen...). Es cierto, sin embargo, que en algunas zonas centrales (no sólo en las orientales) como Baztan (Almandoz, Arraioz...) y Malerreka (Aurtiz, Urroz...) los topónimos terminan en –oz, -iz, no en –otz, -itz como en otras zonas (Almandotz, Arraiotz en euskera de Ultzama, lo mismo que Alkotz, Iraizotz > Irazoitz, etc.). Algo parecido ocurre, con otra distribución geográfica, en los patronímicos (vide Salaberri, 2003: 79-84). // Otro punto importante es el que atañe al carácter predorsal, y no apical, de la sibilante, dado que las variantes documentadas (con –s(-) o –ss(-) siempre, como se ha visto) hablan claramente en contra de que se trate del mismo final que tenemos en Ilurdotz, pues en este caso la grafía con es como mucho esporádica, de ningún modo sistemática. Mitxelena (1968: 481) explica los pares Izaba / Isaba, Zangoza (Zankoza) / Sangüesa, Zare / Sada por el bilingüismo que tuvo que ser temprano, y extiende la equivalencia a los nombres geográficos en –oze, -otz «del mismo origen sin duda que los aragoneses en –ués y los gascones en –os (-osse)». En el mismo trabajo (pág. 486) dice que el testimonio vasco, en su opinión, es poco favorable a la hipótesis que atribuye una realización apical a latín s. Esto querría decir, en el caso de Nabaskoze / Navascués, que la forma romance es la innovadora, no la vasca. Extraña sin embargo, que, si esto es así, no se documente Nabascoz(e) o Nabascoçe, cuando en otra multitud de topónimos actuales en –o(t)z las grafías antiguas más habituales son <-z> y <-tz>. // De lo dicho hasta ahora se deduce que tanto la variante castellana Navascués como la eusquérica Nabaskoze proceden de un mismo étimo Nabaskos(e), con una sibilante que estaría más cerca de la z vasca y que se convirtió pronto en s, en una zona tempranamente romanizada, tal como refleja claramente la documentación (véase, además, Jimeno [director], 1995). Las hablas vascas circundantes, en cambio, conservaron el sonido original de Nabaskoze, que también se mantuvo en topónimos cercanos como Galoze (Gallués en romance) y en otros un poco más alejados como Apardoze / Apardués o Nardoze / Nardués, en algunos incluso en la versión romance del nombre (es decir, ha existido una única versión, la eusquérica, si bien modernamente ha podido haber una cierta distinción según la lengua), que luego se pronunciaría con fricativa interdental castellana: Bidankoze / Vidángoz, Ezkaroze / Ezcároz, Izize / Iziz, Uztarroze / Uztarroz..., con toda probabilidad por estar situados en una zona en la que el euskera ha mostrado gran vitalidad hasta muy tarde. // No obstante, el sufijo no es del todo claro, dado que las bases de estos topónimos son opacas, y, en consecuencia, no sabemos bien dónde acaban estas y dónde empieza aquel, aunque es innegable que Nabaskoze / Navascués va con Apardoze / Apardués y con Nardoze / Nardués y también, probablemente, con Ezkaroze, Uztarroze, etc. // Resumiendo, podemos afirmar que la variante eusquérica Nabaskoze es antigua y fruto de la evolución vasca del topónimo, distinta de la romance Navascués y viva en la actualidad en los valles pirenaicos cercanos, además de ser la utilizada en el euskera estándar moderno, en libros de texto y medios de comunicación entre otros. // Bibliografía // Artola, K., 2004, «Zaraitzuera aztertzeko ekarpen berriak (5 - Otsagi: ahozko testuak)», FLV 95, 5-52. // ———, 2007, «Zaraitzuera aztertzeko ekarpen berriak (7 - Orontze)», FLV 97, 401-444. // Caro Baroja, J., 1945, Materiales para una historia de la lengua vasca en su relación con la latina, Salamanca. 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Que: Udalerria
Où: Nafarroa
Origine:
SAL.NAB